Viernes 27 de Marzo, aunque es cierto eso de que los días han dejado de tener sentido.
Me levanto y limpio un poco la casa, mas como un remedio a la ansiedad que otra cosa. Imagino que algunos de mis vecinos piensan igual, pues el olor artificial de pino y lavanda se mezcla con el de las flores de la buganvilia de enfrente y con mi propio sudor.
Pongo a punto mi bicicleta. En caso de ser necesario se volverá mi medio de transporte principal.
Empieza sentirse el desbasto de algunos productos en las tiendas de la colonia, pero todavía pasa el camión del gas.
Desayuno y me preparo para ir a trabajar. Salgo y entonces !el horror! montones de gente en la calle y en el centro. Parecería un día normal, de hace algunos meses. Sera mejor que empiece a lamer los postes del transporte publico, ya que nada importa.
En el trabajo las cosas parecen haber llegado a una paz y equilibrio después de los primeros días de pánico, se ha normalizado la contingencia; y se ha aplacado incredulidad aunque no la desazón ni la incertidumbre.
Por fin nos dejan liquido desinfectante y le doy una pasada a toda la oficina lo que me da cierta paz mental, aunque las instrucciones no fueron del todo claras o confiables:
«moja un trapo con el atomizador y pásalo por todas las superficies cada 15 o 20 minutos o dos veces al días»
Right
Regreso a casa solo para cenar y dormir, dicen que escribir un diario ayuda también a la ansiedad. Veremos como resulta